No estamos solos: Dios y nuestro sufrimiento

El sufrimiento es una de las cosas más difíciles que tengan sentido en esta vida. Dios sabía que habría gran tribulación cuando nos envió a vivir aquí en la tierra. Algunas de estas tribulaciones resultarían de las malas acciones de parte de otros. Algunas otras, sin embargo, serían algunas adversidades naturales comunes a toda la humanidad, como los desastres naturales, accidentes, y enfermedades. Si esta vida fuera todo lo que hay, Dios parecería desinteresado, e incluso cruel. Pero este no es el caso.

Jesus-Christ-Lamb-Mormon“La paz viene de conocer el Plan de Dios (ver Una vez estuvimos en el Cielo) para obtener felicidad. Dado que Dios sabía que la vida en la tierra sería necesariamente difícil, El envió a su hijo Jesucristo para ayudarnos a superar los obstáculos de la vida y darnos esperanza.

Parte de nuestra esperanza viene de saber que la vida no termina con la muerte. Cristo venció el obstáculo de la muerte con su resurrección, y a partir de allí hizo posible que toda la humanidad resucitara. El Profeta José Smith enseñó que las escrituras nos aseguran que aquellos que guardan los mandamientos serán “herederos de Dios y coherederos con Jesucristo” (ver Romanos 8:16-17) Además enseñó que con esta resurrección vendría el fin de este sufrimiento:

“Es un gran consuelo para los que lloran, cuando tienen que separarse de un esposo, o esposa, de un padre, de una madre, de un hijo o de un pariente amado, saber que aunque el cuerpo terrenal es sepultado y se deshace, nuevamente se levantarán para morar en fuegos eternos en una gloria inmortal, para nunca más volver a afligirse, sufrir o morir, sino que serán herederos de Dios y coherederos con Jesucristo” (Capítulo 3: Jesucristo, El divino Redentor del mundo,” Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, (2007), 55)

Además de saber que podemos estar reunidos con nuestros seres queridos que ya han partido de este mundo, Cristo prometió que no nos dejaría desconsolados. El nos envió el Espíritu Santo para darnos paz en tiempos de dificultad y tristeza. (ver Juan 14:26-27). El Espíritu Santo frecuentemente nos testificará que las cosas que creemos son verdaderas.Esto es reconfortante cuando enfrentamos la muerte de un ser querido ya que la mayoría de nosotros nunca hemos visto al Salvador o a un ser resucitado. También, a veces nos sentimos críticos de Dios cuando nos enfrentamos al pesar. El Espíritu Santo nos reafirma que todas las promesas de Dios se realizarán y que habrá un final para nuestras penas actuales.

Durante su ministerio, Cristo enseñó que debemos responder al sufrimiento de otros mostrando compasión (ver por ejemplo, la Parábola del buen Samaritano, Lucas 10:25-37). En su propia vida Cristo demostró el tipo de preocupación desinteresada de la que hablaba. Mientras estaba colgado en la cruz en gran agonía, las instrucciones finales de Cristo al discípulo Juan fueron velar por Su (de Cristo) madre después que Él muriera. Cualquiera que haya pasado por un momento difícil puede testificar la diferencia notable entre que existan o no significativos y simples actos de amabilidad. A medida que respondemos al sufrimiento de otros, ayudamos a Cristo en su misión de elevar y salvar almas.

Dios sabía que esta vida sería difícil, pero Él no nos dejó solos. Cristo hizo posible que nosotros pudiéramos avizorar una mejor vida más allá de ésta. El Espíritu Santo nos da seguridad cuando nos sentimos inseguros o necesitamos solaz. Nos ayudamos mutuamente cuando seguimos el ejemplo de Cristo, sabiendo que podemos mirar haciaun tiempo en el que nunca más sentiremos el dolor común a nuestra vida presente.

Por Wendi Pillingel 14 de febrero de 2008

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