La ofrenda de la viuda

Jesus-Praying -Mother-mormon- La ofrenda de la viuda

Anoche mi bebé tuvo un caso de insomnio. No estaba enferma. No estaba llorando. Sencillamente no estaba durmiendo.Y mientras me encontraba recostada a su lado, intentando hacerla dormir nuevamente, pensaba en la ofrenda de la viuda. (Marcos 12:41-44)

Jesus-Praying -Mother-mormonJesús estaba sentado en el templo mirando que todo el pueblo venía y donaba dinero a los pobres. Algunas personas eran ricas y daban un poco más. Sin embargo, la viuda vino y echó dos blancas, una suma insignificante. Sin embargo, aún cuando era sólo una pequeña cantidad, era todo lo que tenía. Para el Salvador, aquellas dos blancas tenían más valor que todo lo que los otros ricos habían echado en el arca. Su sacrificio tenía mayor valor ya que era capaz de entregar todo lo que tenía. Los hombres ricos que tenían más no podían renunciar a todo por lo que sus ofrendas fueron consideradas más pequeñas.

Bruce R. McConkie dijo, “Cuando el sacrificio que debemos hacer es pequeño, el tesoro acumulado en el cielo es pequeño también”. (Bruce R. McConkie, Obedience, Consecration, and Sacrifice, “Obediencia, Consagración y Sacrificio”, Ensign, revista en inglés, May 1975, 50). Y uno de los himnos mormones nos dice que es el sacrificio lo que trae consigo “las bendiciones del cielo

Mientras continuaba sobando la espalda de mi bebé y cantándole dulcemente, pensaba en los aspectos de mi vida que estoy reteniendo del Señor. ¿Qué ofrendas he dado? ¿Qué bendiciones me ha impartido Él que no estoy dispuesta a compartir? Pensabaen que estaba recostada allí en la oscuridad, perdiendo el sueño para tranquilizar a mi hija y sentía que seguramente eso era grato para el Señor. Sin embargo, hay momentos en los que soy egoísta con mi tiempo y con mis recursos – en los que estoy más preocupada por mí misma que por ayudar a otros que están desesperadamente necesitados de recibir bendiciones de Dios. ¡Algunas veces, siento como si tuviese tan poca energía, tiempo, dinero, paciencia o incluso deseo de actuar que seguramente debo ser una de las personas necesitadas que requieren la ayuda!

Me pregunto ¿es así cómo se sentía la viuda? ¿Qué pensaba exactamente cuando dio lo último que tenía como una ofrenda para que Dios ayude a aquellos que tenían mucho menos que ella? ¿Fue duro hacerlo? ¿O tenía tanta gratitud y amor en su corazón que era algo simple de hacer? ¿Se fue a casa preocupándose por lo que comería en la cena aquella noche? ¿O caminó a su casa feliz y llena de fe en que el Señor la atendería como lo había hecho en el pasado? Seguramente, debe haber confortado su corazón el pensar que su dinero podía ayudar a alimentar a un niño. Debió haber sentido el placer de Dios.

Esto también me hace pensar en otras ofrendas que me son dadas. ¿Cómo las recibo? En particular, estoy pensando en mis hijos. A menudo, ellos me dan todo su amor. Me sorprenden tendiendo mi cama. Hacen dibujos para mí. Cogen flores de diente de león para entregármelas. Preparan un sándwich para un hermano menor. Lamentablemente,muchas veces sólo me doy cuenta del hecho de que preferiría que ellos hubieran recogido sus juguetes de la sala en vez de tender mi cama. Me siento frustrada por tener que encontrar algún lugar para colocar una flor marchita de diente de león o colgar dibujos. Solamente veo el desorden que dejaron en la cocina, la mantequilla de maní fuera de lugar y el pan esparcido en el suelo. Y esto me hace desear ver las cosas a través de los ojos del Señor. Mis hijos pueden no ser capaces de darme aún un recompensa de rey. Todo lo que tienen son sus dos pequeñas blancas. Pero debo saber que entregarlas libremente vale más que el mayor tesoro del mundo.

Por Andrya Lewis el 27 de noviembre de 2007

Comentarios
Lo que más recuerdo de él es su vitalidad, pues aun, después de los noventa años siguió trabajando incansablemente, cosa que hizo durante toda su vida, y lo sé porque estoy leyendo su biografía, acción que me motivó a aceptar un llamamiento que no deseaba. Estoy seguro que su fuerza y energía nacían de su fe inquebrantable. Su ejemplo me movió a aceptar su llamado. Amo a este hombre de Dios y veo en él la imagen de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Ricardo Cruz Orozco
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