Lo que ocurrió después de enterarme que no le agradaba a una hermana de la iglesia

mujeres en la iglesia

 

El siguiente artículo fue escrito originalmente en inglés por Debra Sunsing Woods para LDSLiving.com y traducido por Wendy Vianey Almazan Cano.

Estoy convencida de que cada hermana en la Iglesia tiene una amiga en su barrio o rama que aún no conoce.

En este momento, esa hermana puede no parecer una futura amiga porque sus antecedentes son diferentes a los tuyos, tú y ella están en diferentes etapas de la vida, no comparten intereses en común, o tal vez ella te irrita un poco. Pero ella esta en algún lugar dentro tu barrio o rama, y espero que mi historia te inspire a encontrarla.

Conociendo A Mary

 Hace trece años, estaba con casi siete meses de embarazo de mi quinto hijo cuando nos mudamos a Oklahoma City, y estaba absolutamente cansada. Mi objetivo era simplemente pasar mis días en una nueva ciudad.

No pensé que estaríamos mucho tiempo en Oklahoma porque la compañía de mi esposo estaba pasando por momentos difíciles, a pesar de ello traté de tener una buena actitud y era amable con las otras hermanas de mi barrio, no puse mucho esfuerzo en hacer amigos.

Un año después y aún en Oklahoma, fui asignada como maestra visitante de Mary Woodhouse. La había visto antes pero en realidad no la conocía. Ella parecía de la edad de mi madre y era bastante agradable, pero no éramos amigas fuera de la Iglesia.

Poco después de ser asignada a visitarla, hice nuestra primera cita. Me recibió con gusto y no parecía apresurarme en lo mas mínimo durante nuestra visita, no tuve la impresión de que ella quisiera que dejara el mensaje lo más pronto posible y que continuara mi camino. Me dio la impresión de ser una persona inesperada y refrescantemente franca, y aunque no siempre estaba de acuerdo con su perspectiva, me gustaba hablar con alguien que decía lo que pensaba.

Conforme conocía a Mary, me di cuenta que ella tenia un tremendo gusto por la vida. Su sonrisa llenaba sus ojos cuando hablaba del último libro que había leído o el problema genealógico que por fin había descifrado. Era una persona tan maravillosa y muy buena haciendo investigación genealógica.

Nutrimos nuestra creciente amistad con conversaciones a cerca de muchas cosas, incluyendo nuestros hobbies e intereses, eventos actuales, y sobre sus nietos. Ella era una de las mejores abuelas que jamás había conocido. Ella creía que tenía que estrechar lazos con sus nietos a temprana edad para tener una fuerte relación entre abuela y nieto. Me llenaba de tremenda alegría ver cuan feliz la hacía ser abuela. Cuando tenga nietos, Mary será mi inspiración.

Mi Batalla Contra el Cáncer

Con el tiempo, la diferencia de nuestras edades y etapas de la vida se desvanecieron y fueron reemplazados por una profunda amistad y el sentido de la hermandad. Con cada visita que hacía, sentía cada vez menos que visitaba a una hermana mayor en el barrio que apenas conocía y cada vez más me sentía como una adolescente quien no puede esperar a ver a su mejor amiga.

Varios años después de convertirme en la maestra visitante de Mary, fui llamada a servir como presidenta de la Sociedad de Socorro. Aunque me sentí abrumada por el llamamiento, una de las cosas que me dio confianza fue que el Señor me dio la inspiración de pedir que Mary fuera llamada como mi consejera. Sabía que ella sería de gran apoyo y fortaleza. Sabía que ella cuidaría de mí y de las demás hermanas.

Yo no sabía hasta que punto ella sería de apoyo personal cuando, solo unos meses después, fui diagnosticada con cáncer de ovario. Después de una cirugía importante, estaba terriblemente débil y luchando con una menopausia instantánea. Terminé con una lesión en la espalda y una cirugía poco después porque estaba físicamente vulnerable.

El Señor sabía que necesitaría a alguien como Mary a mi lado, alguien que pudiera tomar las riendas cuando yo no pudiera y animarme a tener fe incluso cuando me sentía casi completamente abrumada por el miedo.

Una Dura Verdad

Unos pocos días después de que regresé a casa del hospital. Mary vino a verme. Después de ponernos al día, ella se quedó muy quieta y después habló tentativamente, “ necesito preguntarte algo. El domingo me toca dar la clase en la Sociedad de Socorro. ¿Estaría bien si les cuento la historia de cómo nos hicimos amigas… que en realidad no me agradabas al principio…tú sabes, así como a veces no te agradan algunas personas al principio, que te irritan, y que a través de las maestras visitantes, nos convertimos en mejores amigas? ¿Estaría bien si comparto eso con las otras hermanas del barrio?”

Tengo que confesar que parte de mí se sorprendió. No sabia que a Mary no le agradaba al principio. Y otra parte de mí estaba pensando, no conozco a Mary. Acabo de salir del hospital y no me siento muy bien. No conozco mi pronóstico aún, y estoy un poco deprimida…no sé como me siento de que les digas a las hermanas de que no te agradaba al principio…tal vez hay otras hermanas a las que no les agrado y ahora todas se reunirán a hablar de mí y formarán un club o algo de las hermanas a las que no les agrado.

Pero luego me di cuenta de que esta era una historia importante para ella que quería compartir… acerca de cómo dos hermanas diferentes se juntaron a través de las maestras visitantes y se convirtieron en las mejores amigas. Así pues, acepté su petición mientras pensaba, me alegra que estaré en casa enferma cuando ella comparta esa historia.

Una vez que superé el shock inicial esa revelación, pude apreciar mucho más cuan preciosa era nuestra amistad, cómo a través de las maestras visitantes, abrimos nuestras vidas una a la otra, y nos convertimos en las mejores amigas con un poderoso y duradero vínculo entre nosotras.

La Batalla de Mary Contra el Cáncer

Nuestra amistad continuó creciendo y se profundizo con los años después de mi batalla contra el cáncer. Después de un tiempo, fuimos relevadas de la presidencia de la Sociedad de Socorro, pero quedé como su maestra visitante, y quedamos siendo amigas muy cercanas. Un día, Mary me llamó cuando estaba de vacaciones con mi familia en Nuevo México. Mis hijos y yo estábamos explorando las calles de la vieja ciudad de Albuquerque cuando mi teléfono móvil sonó.

Sabía que algo debía haber pasado para que Mary llamara mientras estábamos de vacaciones. Después de un minuto o dos de una pequeña conversación, Mary me preguntó “¿cuál es el nombre de tu doctor del cáncer?”

“¿Mary, porqué me estas preguntando eso?” le respondí, rechazando la repentina sensación de tristeza.

“Pues”, dijo ella, luchando incluso para mantener su voz. “Me acaban de hacer una tomografía y no se ve muy bien”.

Y no lo fue. Mi dulce amiga y querida hermana Mary luchó una de las más fuertes batallas contra el cáncer que jamás había presenciado. Las cosas fueron casi constantemente de bajada desde el momento en que fue diagnosticada, sufrió terriblemente, pero siempre trató de poner una buena cara.

Mantuvo su buen sentido del humor durante su batalla. Dio lo mejor a pesar de las circunstancias, tratando de conservar la frente en alto incluso cuando su cuerpo se estaba rindiendo. Por su familia ella trató de permanecer optimista. Ella quería permanecer en la tierra por ellos y continuar mostrándoles su amor a sus nietos.

A pesar de todos los tratamientos contra el cáncer y las oraciones, su condición se deterioró rápidamente hasta que una mañana de primavera, solo unos meses después del diagnóstico, recibí la llamada de que mi amada amiga Mary había muerto.

Amistad Eterna

Días después de su muerte, la familia de Mary me pidió escribir y entregar su encomio. Aunque no me sentía a la altura, acepté la invitación. Entrevisté a las hermanas de Mary, quienes habían venido de distintas partes de los Estados Unidos y disfrutamos profundamente el conocernos en persona después de conocernos a través de Mary. La parte más difícil acerca de escribir su encomio fue que sentía que no podía hacerle justicia a la vida de una mujer como Mary.

Ella fue una bendición en mi vida y continua siéndolo hasta ahora. Aprendí mucho de ella, lo cual se quedará conmigo por el resto de mi vida. Estoy profundamente agradecida de haber sido su maestra visitante, que ella me dejó entrar a su hogar, y eventualmente nos convertimos en mejores amigas, a pesar de nuestras disgustos y deferencias.

Espero verla de nuevo algún día, ver su hermosa sonrisa, escuchar su risa traviesa, y aprender de su sabiduría y experiencias de vida. Estoy convencida que cada una de nosotras tiene una mejor amiga en su barrio o rama que no ha hecho aún, así que no importa cuan diferente un amigo pueda parecer manténganse abiertos a la posibilidad.

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