¿Por qué los mormones batallan tanto con la gracia?

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Mi mejor amiga en la escuela era una cristiana renacida. Solíamos compartir algunas doctrinas que eran diferentes en nuestras iglesias. Una vez, le expliqué la Deidad y ella dijo: “¡Oh sí! ¡Creemos que son tres seres separados también! No tendría sentido de otra manera. Al día siguiente, ella vino a la escuela y me contó que había hablado con su madre y estaba equivocada. Su iglesia realmente creía en la Santísima Trinidad, es decir, Dios el Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo son un solo ser.

En otra ocasión, me tocó a mí. Me preguntó si creía en la gracia y honestamente, no tenía ni idea. Realmente no había oído hablar mucho de la gracia en la iglesia o en mi familia.

La gracia es la ayuda divina o la fortaleza dada a través de la Expiación de Cristo y es a menudo referida como un poder habilitador. Es uno de los principios más esperanzadores del Libro de Mormón y está basado en las enseñanzas de José Smith y la restauración. Me parecía extraño que nunca había oído mucho sobre la gracia, pero resulta, que no era la única.

El Élder Bednar dijo: “La mayoría de nosotros entiende claramente que la Expiación es para los pecadores; sin embargo, no estoy seguro de que sepamos y comprendamos que la Expiación también es para los santos, para los buenos hombres y mujeres que son obedientes, dignos y dedicados, y que están esforzándose por llegar a ser mejores y servir más fielmente. Tal vez creamos, por error, que el trayecto para pasar de buenos a mejores y llegar a ser santos lo tenemos que realizar solos, por pura valentía, fuerza de voluntad y disciplina, y con nuestras capacidades obviamente limitadas”.

Sheri Dew lo expresó de esta manera: “Si sentimos como si estuviéramos y dependiéramos en gran parte o sólo de nuestra propia energía, talento y fuerza -no estamos entendiendo la gracia”.

El presidente Uchtdorf habló de manera similar: “La gracia de Dios es algo maravilloso, pero a menudo se malentiende. Aun así, debemos saber acerca de la gracia de Dios si pretendemos heredar lo que ha sido preparado para nosotros en Su reino eterno”.

Entonces, ¿por qué los Mormones tienen dificultades para entender esta Doctrina Maravillosa?

Mi querida amiga cristiana renacida sabía que creía en el poder de la gracia. Lo decía en sus conversaciones cotidianas y podía ver que su rostro se iluminaba cuando hablaba del poder de Cristo. Sin embargo, ella creía que la gracia de Jesús se encargaba de todo y no que nosotros no teníamos que hacer nada. Ella creía que somos salvos por gracia sin importar lo que hiciéramos siempre y cuando, aceptemos a Cristo en nuestros corazones.

Nosotros también creemos que todos los hombres y mujeres serán salvados de la muerte física y vivirán para siempre como seres resucitados. A través de la Expiación de Cristo, todos recibirán este don. Sin embargo, tenemos la bendición de saber que hay más en el plan de felicidad de nuestro Padre Celestial para nosotros. Sabemos que tenemos el potencial de recibir vida eterna, o exaltación, que es vivir en la presencia de Dios y continuar como familias. Podemos llegar a ser como Dios, pero esta herencia requerirá obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio.

Estos requisitos pueden ser mal interpretados como necesarios para llegar al camino a la exaltación o ganar la vida eterna. Sin embargo, esta creencia es negada en 2 Nefi 31:19: “He aquí, os digo que no; porque no habéis llegado hasta aquí sino por la palabra de Cristo, con fe inquebrantable en él, confiando íntegramente en los méritos de aquel que es poderoso para salvar.

Entonces, ¿de dónde proviene la confusión?

De 2 Nefi 25:23, una escritura en el Libro de Mormón que se recita a menudo en referencia a obras versus gracia. Esta escritura dice, “pues sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos”. ¿De verdad creemos que no podemos acceder a la gracia de Dios hasta que hayamos agotado por completo todos nuestros esfuerzos?El presidente Uchtdorf añadió sus pensamientos sobre esta escritura, diciendo: “Sin embargo, me pregunto si a veces malinterpretamos la frase “después de hacer cuanto podamos”. Debemos entender que “después de” no significa “debido a”.

No nos salvamos “debido a” que hacemos cuanto podamos. ¿Alguno de nosotros ha hecho todo lo que puede? ¿A caso Dios espera hasta que hayamos hecho todo el esfuerzo antes de intervenir en nuestra vida con Su gracia salvadora?

Más adelante, el Élder James Hamula dijo: “ es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos” (2 Nefi 25:23). Al leer este pasaje de las Escrituras, algunos tal vez piensen que la gracia de Dios se retiene hasta que hayamos dado nuestros mejores esfuerzos. Yo no la interpreto así; hay demasiados ejemplos en donde la gracia de Dios se extiende al hombre sin que este haga nada. Por ejemplo, el poder de la resurrección se da a todos mediante la gracia de Dios, independientemente del esfuerzo individual. Yo entiendo que las palabras de Nefi de “hacer cuanto podamos” significan que la gracia de Dios se extiende a nosotros cuando somos diligentes.

Finalmente, el Élder Bruce C. Hafen escribió: “El don de la gracia del Salvador para nosotros no se limita necesariamente en el tiempo a ‘después’ de hacer cuanto podamos. Podemos recibir Su gracia antes, durante y después del tiempo en que hacemos nuestro esfuerzo”.

Hace poco enseñé a las mujeres jóvenes estas dos visiones extremas de la gracia. En un lado de la pizarra escribí “gracia” y le expliqué que era el lado que muchos cristianos toman, creyendo que todo lo que necesitamos es gracia y nuestras obras carecen de valor. En el otro lado escribí “obra” y representaba a aquellos en nuestra propia iglesia de quienes el élder Bednar explicaba que “por error, que el trayecto para pasar de buenos a mejores y llegar a ser santos lo tenemos que realizar solos, por pura valentía, fuerza de voluntad y disciplina, y con nuestras capacidades obviamente limitadas.

Dibujé una línea entre los dos extremos y les pregunté a las chicas en donde deberíamos estar en el espectro. Algunas chicas valientes se acercaron y dibujaron puntos en diferentes lugares, pero siempre en el lado que estaba más cerca a “obras”. Una de las chicas susurró: “creo que nos está poniendo a prueba”. Y ella tenía razón, porque sinceramente no hay lugar para un punto. Como dijo Brad Wilcox, no se trata de “Su parte y mi parte. Es Su corazón y mi corazón latiendo juntos, amándose y siendo conformados a la misma imagen”.

Alma 32:27 ofrece esperanza a aquellos que piensan que están lejos de ser dignos de recibir gracia. “Mas he aquí, si despertáis y aviváis vuestras facultades hasta experimentar con mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer, dejad que este deseo obre en vosotros, sí, hasta creer de tal modo que deis cabida a una porción de mis palabras”. El resto del capítulo compara la palabra con una semilla que puede ser plantada en tu corazón. La semilla comienza a hincharse y hace que tu alma se agrande, iluminando tu entendimiento y aumentando tu fe. La semilla brota y crece, demostrando que es una buena semilla. La semilla eventualmente crece en un árbol y se nutre con mucho cuidado, para que pueda arraigarse y producir fruto, convirtiéndose en un árbol que brota para la vida eterna. Y con diligencia, fe y paciencia con la palabra, puede arraigar y dar fruto, un fruto que es más precioso, dulce, blanco y puro, y nunca volverás a tener hambre ni sed. El rico simbolismo del árbol que toma raíz representa un proceso dentro de nosotros que requiere gracia de principio a fin. Todo ese proceso comenzó con el ejercicio, “una partícula de fe”, y “nada más que un deseo de creer”.

No tenemos que esperar hasta que hayamos hecho todo lo posible para recibir gracia. Creo que a diario hacemos eso, pero sí se me han concedido la gracia incontables veces. En la escritura anterior, se nos dice que podemos recibir la gracia mediante el ejercicio de una partícula de fe y el deseo de hacer el bien.

Esperar hasta que hayas alcanzado un cierto nivel de rectitud para que se otorgue la gracia me recuerda a algunos amigos de gimnasio que conocí durante mi carrera anterior como instructor. No querían ir a mi clase de yoga hasta que fueran más flexibles por miedo a sentirse inadecuados en clase, sin darse cuenta que la flexibilidad que buscan los espera en mi clase. No podemos esperar hasta que hayamos hecho todo lo que podemos hacer antes de buscar la ayuda de Dios. Porque necesitamos la ayuda de Dios para hacer cualquier cosa buena.

Entonces, ¿cuál es el punto de las obras?

Brad Wilcox explicó: “Todos seremos resucitados. Todos volveremos a la presencia de Dios. Lo que queda por ser determinado por nuestra obediencia es qué tipo de cuerpo planeamos resucitar y qué tan cómodos pensamos estar en la presencia de Dios y cuánto tiempo planeamos permanecer allí”.

Moroni 7:48 dice: “Por consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones, que seáis llenos de este amor que él ha otorgado a todos los que son discípulos verdaderos de su Hijo Jesucristo; para que lleguéis a ser hijos de Dios; para que cuando él aparezca, seamos semejantes a él, porque lo veremos tal como es; para que tengamos esta esperanza; para que seamos purificados así como él es puro”.

Trabajar para ganar nuestra salvación es inútil y limita nuestro acceso al poder de Dios. Trabajar en gratitud y con amor hacia Dios y hacia el gran don que Él nos ha dado, nos permite cambiar por las razones correctas. Estos actos de humildad permiten que Dios cambie nuestras propias naturalezas y gradualmente, casi imperceptiblemente, nos volveremos más como Él. Seguiremos creciendo en la próxima vida si practicamos mientras aún estamos aquí y eso es lo que nos permite estar cómodos en la presencia de Dios y algún día, aunque parezca inimaginable, llegar a ser como Él y heredar todo lo que Él tiene . ¡Qué bendición! Es una motivación diferente la que nos afecta cuando sabemos que estamos trabajando por amor a Dios y el deseo de vivir con Él en Su hogar celestial.

¿Cómo actúa la gracia exactamente en mi vida?

Sheri Dew escribió: “El Salvador tiene ‘todo poder’ en el cielo y en la tierra. Él tiene poder para limpiar, perdonar y redimirnos; el poder para sanarnos de debilidad, tristeza, enfermedad y angustia; poder para inspirarnos; poder para vencer a Satanás y vencer a la carne; poder para hacer milagros; poder para liberarnos de las circunstancias de las que no podemos escapar por nosotros mismos; poder sobre la muerte; y poder para fortalecernos. Cuando el Apóstol Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, él estaba describiendo la gracia”.

Para mí la gracia toma muchas formas:

La gracia me ayudó a ver mi enfermedad genética como una herramienta para recordarme a ayudar a los que sufren.

La gracia me ayudó a prosperar en una variedad de situaciones en las que nunca pensé llegar hasta el 2016, el año más difícil de mi vida.

La gracia me hizo más paciente de lo que podía ser cuando nació mi primer hijo y ahora que mis hijos están creciendo continúa ablandándome.

La gracia quitó todas las cargas de mi espalda cuando acepté servir como presidente de las Mujeres Jóvenes en mi barrio en un momento ya caótico y difícil en mi vida.

La gracia me permitió tocar la puerta de un joven después de la medianoche hace 13 años y pedirle que me ayudara a sacar mi auto de la nieve. No estoy si él necesitaba gracia para decir que sí, pero sé que ambos necesitábamos de la gracia para prepararnos para un matrimonio en el templo que llegó seis meses después.

Y esa misma gracia permite cada día que nuestra familia aprenda, ame y se vuelva más como nuestro Salvador, sabiendo que tenemos la oportunidad de vivir con Él y con nuestra familia en la felicidad eterna. Y por ese regalo estaré eternamente agradecida.

Esta vida no se trata de ganar el cielo. Se trata de aprender a ser como el Padre Celestial. Como dijo Brad Wilcox: “No, no estamos ganando el cielo, estamos aprendiendo el cielo, estamos preparándonos para el cielo” (DyC 78: 7). Estamos practicando para el cielo. Estamos orando para que todos podamos ejercer nuestras propias partículas de fe y permitir que el maravilloso don de la gracia nos transforme en los seres eternos en los cuales estamos destinados a llegar a ser.

 

 

 

 

 

Este artículo fue escrito originalmente por Audy Leavitt  y publicado en ldsliving.com, con el título “Why do Mormons struggle with grace so much?”  Español ©2017 LDS Living, A Division of Deseret Book Company | English ©2017 LDS Living, A Division of Deseret Book Company

 

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