La Maternidad y la vida profesional

Maternidad y vida profesional

El siguiente blog fue inspirado en el nuevo libro de Sheri Dew, Worth the Wrestle.

He estado haciendo esta cosa llamada “mamá” durante casi 22 años, curiosamente y aproximadamente hace 22 años me gradué de la universidad para embarcarme en el mundo. Aún así, todavía me pregunto regularmente: ¿vale la pena equilibrar la maternidad y la vida profesional? ¿Hay alguna manera de encontrar el equilibrio? Seamos honestos, no hay una respuesta fácil, pero algunos días las respuestas son más fáciles que otras.

La semana pasada fue larga. Desvelos. Madrugadas. Cosas que cumplir en el trabajo. Cosas que cumplir como mamá. Después de enviar a mis hijos mayores a la escuela, mi hija de 5 años y yo subimos a la cama, leímos libros, practicamos las letras, y miramos un poco de televisión educativa por una hora antes de que se vaya a la escuela inicial. Me quedé dormida (esos desvelos y madrugadas me estaban alcanzando).

Pronto sentí dos pequeñas manos acariciando mis mejillas y luego besos de mi niña por mi frente y mejillas. Abrí los ojos y estaba cara a cara con mi hermosa hija pequeña. “Siento mucho haberte despertado, mamá”, dice su dulce voz. “Te ves tan hermosa cuando duermes, que no pude resistir”. Alegría. Equilibrio. Amor. Fue la ráfaga de energía que necesitaba para lograrlo y el recordatorio del porqué hago esta cosa llamada “Ser mamá” y trabajo desde casa.

Como mencioné, mi hijo mayor cumplirá 22 el mes que viene y mi hija menor tiene 5 años. Contando a los otros cuatro, tengo seis hijos dentro de un período de 16 años. Mi vida es muy ocupada. Para cumplir con la tarea de mamá, hace unos 16 años comencé a trabajar desde casa como escritora independiente. A menudo, las fechas de entrega ocupan mucha atención. Tengo momentos inolvidables en mi vida laboral y en mi vida de mamá. Por eso, busco los momentos conmovedores y trato de capturarlos y anotarlos. Algunos días hacer eso es una lucha debido al tiempo.

Sin embargo, la idea de trabajar desde casa no fue fácil para mí. Algunos días todavía no lo es. Es una lucha. Pero he aprendido mucho sobre mí a través de estos años, he aprendido como madre, como esposa, como hija y finalmente como hija de Dios. También he aprendido que la lucha no es con el mundo, no es con mi esposo, no es con mis amigos, colegas o niños, es una lucha personal y mi relación con Dios en este viaje de la maternidad y la vida.

Cuando era niña siempre soñé con tener una gran carrera,  como abogada, autora, una ejecutiva de publicidad, algo grande que pudiera ganar mucho dinero. Comencé una pasantía poco después de la graduación, mi bebé tenía sólo cuatro semanas de nacido y fue difícil dejarlo. Yo paraba llorando todo el tiempo y no pude encontrar un equilibrio. Sin embargo, seguí adelante. Recibí algunas bendiciones, sentí respuestas a las oraciones y escuché discursos de conferencias donde me habían prometido una “vida abundante”, lo que en ese momento en mi mente igualaba a dinero. Así que continué trabajando. El camino a tiempo completo no iba muy bien, pero era necesario.

Mi esposo estaba terminando su carrera y mi ingreso era necesario. Sentía que dejar a mis bebés era de alguna manera traicionar mi papel como madre. Busqué respuestas en la oración personal y en las escrituras. Un día mi padre se sentó hablar conmigo porque él había sentido mi frustración y fue sincero conmigo. Él me explicó que todos tenían un camino diferente y que necesitaba perdonarme por trabajar. Nadie estaba decepcionado de mi, incluyendo a Dios. Me tranquilizó diciéndome que a veces las mujeres necesitan trabajar en este mundo. Necesitaba eso de él. Necesitaba que alguien me dijera que estaba bien.

Después de algunos años, pude trabajar medio tiempo, pero el bebé número tres llegó rápidamente y yo necesitaba quedarme en casa. Simplemente no podía dejar mi casa para ir a trabajar mientras criaba a tres niños pequeños. Pero sentí que me faltaba algo en mi vida y todavía necesitábamos un poco más de dinero. Me estresé. Oré. Me preocupé. Sentí que estaba haciendo todas las cosas para ser bendecida lo suficiente como para no tener que trabajar o querer trabajar. Pero eso no estaba pasando. Y entonces había esa bendición de “vida abundante” que había estado esperando.

Ahora no me malinterpreten, ser madre es todo para mí. Me encanta todo (bueno, ya saben a lo que me refiero) pero necesitaba algo más por alguna razón. Hablé con mi esposo y decidimos que necesitaba una forma de crecer personalmente. Oré. Ayuné. Luché. Pronto encontré un trabajo de periodista freelance en el periódico local. Trabajaba, desde casa. A veces tenía que ir a reuniones o entrevistas, pero la mayor parte de mi trabajo se hacía en las paredes de mi casa.

Era lo que necesitaba. Sin embargo, sé que esta no es la respuesta para todos. La gente ora, ayuna, y hace lo hice para encontrar un camino diferente. Me tomó mucho tiempo para darme cuenta de eso. El día que decidí dejar de juzgar a otros por sus opciones de carrera y a mí misma, fue uno de mis mejores días. Después hubo un día en el que decidí que mi carrera principal era ser madre, y mi vida de escritora era una forma de ayudar con nuestros ingresos y mantener mis ideas creativas fluyendo, ese día, también fue un buen día.

Pero eso no quiere decir que no haya habido golpes en el camino. Hay días en los que pienso que debería despedirme de mi trabajo de mamá. Días en los que siento que fallo como madre, ama de llaves, esposa y escritora.

Justo antes de quedar embarazada con mi pequeña Eliza (a la que nos referimos amorosamente como nuestra Bonus Baby) estaba fantaseando con la idea de trabajar a tiempo completo, salir de casa todos los días e ir a trabajar. Pronto tendría todos mis hijos en la escuela y así podría hacerlo, ¿verdad? ¡Sorpresa, bonus baby! El Señor tenía un plan diferente para mí. Yo no estaría trabajando a tiempo completo porque un nuevo bebé estaba en camino. Aprendí quien realmente guía mi vida (no era yo). Aprendí que trabajar desde casa es mi vocación. Es lo mío y me encanta. No es fácil. Cargo a mis hijos mientras escribo, hago malabares con las llamadas telefónicas, me escondo en el baño para hacer entrevistas, hago casi todas las cosas locas para hacer que funcione. Pero me gusta. Cuando llegó mi Bonus Baby, descubrí dónde estaba mi vida abundante. Estaba justo delante de mí. Una vida abundante no significa dinero, significa una vida plena y feliz con altibajos, pruebas y errores, la vida que tengo.

Ahora que tengo una niña que va a la escuela inicial trabajo más. También he sido bendecida con un trabajo diferente desde casa que me mantiene satisfecha en todos los sentidos y también soy capaz de mantener esta carrera de mamá. De hecho, los dos coinciden bastante bien.

Me he sorprendido de las tiernas misericordias que surgen en mi vida para hacer coincidir las dos partes de mi mundo. ¿Es una lucha algunos días? Sí. ¿Tengo días en los que siento que fallo en todas las cosas? Sí. ¿Es mi casa bastante desordenada la mayor parte del tiempo? Sí. ¿Bebo sodas y como chocolates algunas noches para estar despierta cuando tengo una fecha de entrega? Sí. ¿Vale la pena luchar? ¡Por supuesto!

Todas las imágenes cortesía de Rachel J. Trotter

 

 

 

 

 

Este artículo fue escrito originalmente por Rachel J. Trotter y publicado en ldsliving.com, con el título “Motherhood and Careers: ‘Why the day I decided to stop judging others and myself for career choices was one of my best’” Español ©2017 LDS Living, A Division of Deseret Book Company | English ©2017 LDS Living, A Division of Deseret Book Company

 

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