“Mi alma no siente más dolor” Lección 20 del Libro de Mormón

El objetivo de esta clase es inspirar a los miembros a aplicar continuamente el principio del arrepentimiento, a convertirse  y a compartir el Evangelio. En esta lección se habla de cinco jóvenes que, a pesar de ser hijos de líderes de la Iglesia firmes y fieles, tuvieron que experimentar su propia conversión al Evangelio de Jesucristo.

El pueblo de Limhi y el de Alma se unen al de Mosíah en la tierra de Zarahemla

Analicemos Mosíah 25 y recordemos que para ese entonces había cuatro grupos unidos en Zarahemla bajo el rey Mosíah:

  1. El pueblo de Limhi, descendiente de Zeniff y de otrosque salieron de Zarahemla para regresar a la tierra de Nefi.
  2. El pueblo de Alma que durante el reinado de Noé se había separado del grupo que descendía de
  3. Los nefitas que habían permanecida en Zarahemla.
  4. Losmulekitas, los residentes originales de Zarahemla.

Todos estos pueblos habían adoptados en nombre de nefitas para ese entonces (Mosíah 25:12-13).

Mosíah concedió permiso a Alma para “que estableciera iglesias por toda la tierra de Zarahemla”, ¿cómo pudo seguir siendo una sola iglesia después de reunirse en distintas congregaciones?  ¿Cómo nos puede ayudar el ejemplo de ellos hoy en día mientras enfretamos los desafíos de seguir siendo unidos en nuestra iglesia mundial?

Los incrédulos conducen al pecado a muchos miembros de la Iglesia

Analicemos los versículos de Mosíah 26; 27:1-7

  • Podemos ver que muchos de la “nueva generación” no quisieron unirse a la Iglesia. ¿Cómo pueden los de las generaciones anteriores ayudar a los jóvenes a obtener un testimonio de Jesucristo y de Su Evangelio?
  • Los Incrédulos condujeron al pecado a muchos miembros de la Iglesia. ¿Qué responsabilidad tenía Alma con respecto a los miembros de la Iglesia que habían pecado?

(Mosíah 26:6-8) ¿Qué responsabilidad ha colocado el Señor sobre los líderes de la Iglesia de ayudar a los miembros que hayan cometido pecados graves?

  • Alma consultó al Señor para saber qué hacer con respecto a las personas que habían pecado (Mosíah 26:10-14). ¿De qué manera han sido guiados en sus propias responsabilidades cunado han acudido a Dios en oración?
  • Aunque la Iglesia “empezó nuevamente a tener paz y a prosperar”, los miembros de la misma a menudo eran perseguidos por los incrédulos (Mosíah 26:29-30) ¿De qué manera somos perseguidos los miembros de la Iglesia en la actualidad? ¿Qué podemos hacer frente a eso?

Alma, hijo, y los hijos de Mosíah reciben la visita de un ángel

Analicemos Mosíah 27:8-31 y Alma 36:6-23. A pesar de que Mosíah emitió una proclamación en la que prohibía la persecución, algunos incrédulos continuaron tratando de destruir la Iglesia. Entre esos incrédulos se encontraban los propios cuatro hijos de Mosíah y uno de los hijos de Alma (Mosíah 27:8-9)

  • El Señor envió a una ángel para que hablara con Alma, hijo, y con sus compañeros debido a las fervientes oraciones de Alma y del pueblo.

Cuando era Comisionado de Educación en la Iglesia, Jeffrey R. Holland dijo:

“Quizás ninguna otra angustia del alma humana se compare con la de una madre o padre que teme por el alma de un hijo… Pero los padres nunca pueden dejar de tener esperanza, de mostrar interés y de tener fe. Está claro que nunca pueden dejar de orar. En ocasiones, la oración quizás sea el único medio al que se pueda recurrir, pero el más poderoso de todos.”

  • El Señor no siempre enviará un ángel, como lo hizo con Alma, pero sí envía ayuda en muchas otras formas. Tal vez envíe a un líder o amigo sensible, a maestros orientadores o a maestras visitantes dedicados a un sermón inspirado que surta efecto en la vida de aquellos por quienes oramos
  • El élder Bruce R. McConkie dijo: “Alma nos sirve de ejemplo. El terror por el pecado que le envolvió lo debe sentir todo miembro del reino que se aparte del camino; entonces vendría el arrepentimiento, tal como sucedió a nuestro amigo nefita.

Alma y los hijos de Mosíah se dedican a predicar el Evangelio

  • ¿Por qué querían los hijos de Mosíah y sus compañeros predicar el Evangelio?

El élder L. Tom Perry dijo: “Después de que uno se convierte, siente el deseo de compartir el evangelio, no tanto por un sentido del deber, aunque esta responsabilidad le corresponde al sacerdocio, sino por el agradecimiento y el amor que se siente por lo que se ha recibido. Cuando obtenemos una perla tan valiosa como ésta, no nos contenemos con sólo admirarla; tenemos que compartirla”.

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