Lección 24 de D.y C.: “… no seáis engañados, sino continuad con firmeza”

no seáis engañados

Al estudiar esta clase de Doctrina y Convenios, comprendamos que el objetivo de esta lección es que podamos evitar  ser engañados y  la apostasía: Te invitamos a estudiar también el libro “Revelaciones en Contexto” para que entiendas el contexto de esa revelación.

Es necesario reconocer los engaños de Satanás

Para reconocer estos engaños es importante que nos despojemos del orgullo. El presidente Gordon B. Hinckley dijo al respecto: “Qué cosa tan trivial e insignificante: un poco de crema por la cual discutieron dos mujeres; sin embargo, el hecho condujo, o por lo menos resultó un factor determinante, en la cruel y exterminadora orden del gobernador de Misuri de arrojar a los santos de ese estado, más todas las lamentables consecuencias que siguieron. El hombre que tendría que haber solucionado la disputa, pero que en cambio la siguió… perdió su posición en la Iglesia y su testimonio del Evangelio” (“De las cosas pequeñas proceden las grandes”, Liahona, julio de 1984, pág. 36).

No debemos criticar los defectos de los líderes; cuando los miembros de la iglesia critican a sus líderes son más más susceptibles al engaño. ¡De qué manera podemos evitar encontrarnos tentados a hacerlo?

Aceptar las enseñanzas falsas del mundo también nos acercan a la apostasía. A continuación, el consejo del obispo presidente H. David Burton enseñó: “Una de [las] alevosas estrategias [de Satanás] es la de debilitar poco a poco nuestros sentidos en lo que concierne a lo bueno y lo malo. Satanás desea convencernos de que la mentira y el engaño están de moda; nos induce hacia la pornografía, haciéndonos pensar que ésta nos prepara para enfrentar el mundo verdadero. Desea hacernos creer que la inmoralidad es un modo atractivo de vida, y que la obediencia a los mandamientos de nuestro Padre Celestial está pasada de moda. Constantemente nos asedia con propaganda ilusoria presentada de una manera atractiva y cuidadosamente enmascarada” (“Los héroes”, Liahona, julio de 1993, pág. 53).

Podemos saber sin ninguna duda a quién ha llamado el Señor para dirigir a su iglesia, así lo explicó el presidente Joseph F. Smith y sus Consejeros de la Primera Presidencia enseñaron: “El Señor ha nombrado… a un hombre a la vez sobre la tierra para que posea las llaves de la revelación para toda la Iglesia en lo concerniente a sus organizaciones, autoridades, ordenanzas y doctrinas. El espíritu de revelación se confiere a todos los miembros para su propio beneficio y guía con el fin de que cada uno reciba inspiración de acuerdo con la jurisdicción en la cual haya sido llamado a trabajar. Sin embargo, para toda la Iglesia, sólo quien está a su cabeza ha sido llamado para recibir revelaciones que se reconocen como mandamientos y dar fin a toda posible controversia”.

 

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