Ir a la iglesia y hablar de Cristo no te hace cristiano

hablar de Cristo no te hace cristiano

Hablar de Cristo no te hace cristiano

Aquí estoy yo… aun con mucho por aprender y aveces de maneras en las que pareciera que el Señor me grita !MIRA!

Hace unos días estaba con mi papá yendo a comer a un restaurante muy conocido en nuestra ciudad, no sabía que en aquel lugar lleno de gente riendo y alborotado experimentaría la más grande bofetada espiritual de mi vida. Para cuando deje aquel restaurante me iría motivado, con esperanza pero sobre todo inspirado a ser mejor. Todo paso en no más de 5 o 6 minutos.

Estaba esperando en mi mesa a que nos trajeran nuestros platos,  mi papa recibió una llamada importante y salió a recibir la llamada afuera.

Mientras esperaba vi a una mujer salir del baño, estaba desaseada, sucia, muy sucia, representaba todo lo que no quería ver ese día. En realidad ella se me hacía familiar porque aveces la había visto en la puerta de los condominios donde vivo pero nunca le preste atención.

Aquel día creo que yo estaba con mal humor por algunas cosas que habían sucedido en el trabajo. Tenía mucho por hacer y el tiempo se me estaba quedando corto.

Vi a aquella mujer y lo primero que se me vino a la mente fue pensar en que habría sucedido en su vida para que este en esa situación, ¿Tal vez el abuso a las drogas? ¿una persona floja que no quiere trabajar? ¿Problemas mentales?

La vi despistada y pensaba “ojala no se me acerque” “Porque no la sacan de aquí” “esta incomodando a la gente”. No me mal interpreten, soy una persona que si ve a alguien sin zapatos es capaz de quitarse los suyos y dárselos a aquel que no tiene nada.

No me gusta hablar de las “buenas acciones” que hago porque me hacen sentir como si estuviera tirándome flores a mi mismo.

Sin embargo, ahi estaba yo, sentado viéndola y pensando en todo lo que ella podría hacer y no estaba haciendo, de repente vi a un un hombre acercase a ella con dos platos y decirle:

  • Gracias por esperarme, hay que sentarnos.

Cuando se sentaron pusieron los platos en la mesa, luego se cogieron de las manos y empezaron a orar. Todo esto pasaba en aquel lugar lleno de gente. Fue una de las experiencias espirituales más hermosas que he presenciado.

No era el hecho de que aquel hombre regalara un plato de comida, cualquiera lo pudo haber hecho, dar unas cuantas modernas e irse, aquel verdadero cristiano VIO a  aquella mujer con los mismos ojos que Dios nos ve a todos nosotros, como sus hijos.

Aquel verdadero cristiano no la juzgo, se preocupo porque ella estuviera bien, no la vio como una drogadicta o vagabunda, la vio por su valor y potencial espiritual.

La parabola del buen samaritano impresiona debido al hecho de que este samaritano se tomó el tiempo para ayudar. No desprecio al hombre o simplemente le tiro una moneda y lo tomo como su buena acción del día. Aquel samaritano colocó al hombre herido en su caballo, lo llevó a una posada, y trató de ayudarlo a sanar. Se suponía que los judíos, el pueblo escogido del Señor, hiciera eso … y sin embargo Jesús usó a un samaritano como su ejemplo de amor desinteresado.

El Buen Samaritano. Vía: providencemag.com

En otro día y en otra situación, yo tal vez podría haber sido aquel buen samaritano. Pero en ese día me senté allí y fui como aquel levita que paso y vio y siguió su camino de Jerusalén a Jericó.

Ese día, me convertí en un escriba de primera clase, en un fariseo, en un hipócrita. Sólo por ir a la iglesia y testificar de Cristo no me hace a mi ni a ningún otro en un verdadero cristiano. Asistir a mis reuniones dominicales, pagar mi diezmo, guardar la palabra de sabiduría y asistir al templo es sólo una pequeña parte de lo que se necesita para ganar el estatus de discípulo de Jesucristo.

Podrías ser el mayor erudito, el más respetado líder o el maestro más carismático … pero si las cosas que has estudiado no te hacen actuar de una manera que reflejen las cosas que estás predicando, entonces es inútil y ineficaz. Un cristiano verdadero mira a la gente de la misma manera que Cristo los miraría. Nunca los ve por menos de lo que son.

A veces necesito un recordatorio. Una muestra que la acción es mucho más poderosa que cualquier sermón.

Ahora viene lo mejor… aquel mismo día en el noche al entrar al ascensor de mi edificio me encuentro con aquel hombre que había le comprado la comida y se había sentado con aquella mujer en el restaurante.

No podía creerlo, ¿Por qué tanta coincidencia? Tome valor, lo salude y le dije cual agradecido estaba por su ejemplo, el se sorprendió un poco, sonrió y solo me dio la mano. El no quería ningún crédito por lo que había hecho.

Aquel hombre, será siempre un buen amigo que me enseño a VER  a las personas por lo que realmente son, a VERLAS de la misma forma en la que nuestro hermano mayor las vería si viviera entre nosotros. Aquella corta pero profunda acción me ayudó a darme cuenta que las acciones cuentan más que las palabras. y que hablar de Cristo no te hace cristiano sino actuar como Él es lo que te hace ser más como Él fue.

 

Traducido y adaptado del artículo original en gregtrimble.com

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