Por qué el silencio celestial es una prueba de milagros

Lo que sigue es un extracto de “Las respuestas vendrán”: Confía en el Señor mientras tanto.

No tener todas las respuestas es ser “más bienaventurados”.

En nuestra búsqueda de la fe, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es un tremendo e indispensable activo. Pero no porque ofrece todas las respuestas a cada pregunta posible. Incluso, quizás especialmente, dentro del Evangelio restaurado, tiene que haber algunas oportunidades para cuestionarnos y dudar. Estas, proporcionan la oposición contra la cual la fe puede crecer y fortalecerse. De hecho, Cristo deliberadamente ha retenido algunas cosas para este propósito expreso. Él le dijo a Mormón:

Pondré a prueba la fe de mi pueblo“.

Por lo tanto, el Señor apoya la fe, pero no la exige. Él nos permite descubrir evidencias internas sustanciales en las escrituras de los últimos días, pero evita pruebas incontrovertibles. Él nos da once testigos de las planchas de oro pero deja la geografía del Libro de Mormón incierta. Al no obligarnos a creer, Cristo nos ofrece la oportunidad de ser “más bienaventurados“. Le dijo a los nefitas que le habían visto que

“…más bienaventurados son aquellos que crean en vuestras palabras por razón de que testificaréis que me habéis visto“.

Y le dijo a su apóstol dudoso Tomás: “…bienaventurados los que no vieron y creyeron”.

Aparentemente, el crecimiento que ganamos al creer sin ver es tan valioso, que vale la pena retrasar la visita del Salvador. Nosotros, también, consideramos “más bienaventurado” el practicar tener fe a pesar de la oscuridad. Es por eso que dejamos el conocimiento seguro que ya teníamos en nuestra existencia premortal.

El silencio celestial no es una prueba contra los milagros, sino una prueba a favor de ellos.

Korihor afirmó que las experiencias espirituales eran “el efecto de una mente desvariada.

Cuando finalmente lleguen las respuestas o los milagros, ¿cómo sabré que son de Dios, y no de mi autoengaño, hipnosis o pensamiento positivo?

Lo sabría, en parte, porque he intentado realmente producirlas, sin éxito. Confía en mí, si pudiera hipnotizarme para recibir respuestas celestiales, estoy bastante segura de haberlo hecho ya docenas de veces a estas alturas. No funciona. Para mi disgusto, mis oraciones, ayunos y viajes a los templos a menudo se encuentran con el silencio. He aprendido que realmente tengo poco control sobre cuándo y cómo el cielo responde mis oraciones. Simplemente no puedo evocar esa increíble paz cuando la quiero. Hablar de sí mismo durante mis oraciones simplemente no se siente como aquellas respuestas que han llegado en ocasiones especiales. No importa cuánto me esfuerce.

Debido a que hemos repetidamente encontrado el silencio, cuando eventualmente llega la respuesta final, se siente claramente diferente. Reconocemos esos mensajes especiales del Señor precisamente porque son raros e inusuales y vienen a intervalos inesperados. Se sienten muy diferentes de los patrones de pensamiento angustiado o circular que creamos nosotros mismos.

La mujer que tocó la túnica de Jesús reconoció su milagrosa sanación porque había intentado todo lo que pudo durante 12 años, ¡sin éxito! Los embarazos de la anciana Sara y Elizabeth eran excepcionalmente milagrosos porque tardaron excepcionalmente en ocurrir. Alma y Amulek “no pudieron ser encerrados en calabozos, pero no ejercieron su poder sino hasta que fueron atados con cuerdas y echados en la cárcel. Y se hizo así para que el Señor manifestara su poder en ellos “.

He oído decir: “El prerrequisito para un milagro es una gran dificultad; el pre-requisito para un gran milagro es la imposibilidad”.

Las dificultades e imposibilidades se muestran durante el silencio que precede al milagro. Las respuestas milagrosas, cuando vienen, serán claras y reconocibles precisamente por la espera de hoy. Ya estamos en el proceso. Ya ha comenzado. El silencio de hoy es parte del milagro de mañana.

Este artículo fue escrito originalmente por Shalissa Lindsay y fue publicado en ldsliving.com, con el título “Why Heavenly Silence Is a Proof of Miracles” Español © 2017 LDS Living, A Division of Deseret Book Company | English © 2017 LDS Living, A Division of Deseret Book Company

Deja Tu Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *