Lecciones de fe sobre la historia de la Iglesia mormona en África

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El relato del establecimiento y crecimiento de la Iglesia en África en tiempos modernos son una ilustración dramática del cumplimiento de la alegoría del olivo cultivado y árboles de olivo silvestre en Jacob 5 del Libro de Mormón, afirmó el 9 de abril un orador de la serie de disertaciones llamadas “Pioneros en toda tierra”.

Heiss, gerente de área de la División de adquisición de datos y Soporte Mundial del Departamento de Historia de la Iglesia, citó la alegoría de Jacob, haciendo notar que habla simbólicamente de la obra del Señor de preservar a su pueblo del convenio, la casa de Israel.

“Creo que estamos presenciando esto mientras la Iglesia continúa creciendo y se extiende por toda África, la parte más baja de la viña del Señor”, comentó.

“África ha sido llamada ‘el Continente Oscuro’”, dijo, mostrando la imagen proyectada de un periódico de la Gran Bretaña del siglo XIX. “Esto puede estar arraigado en el racismo o en nuestra ignorancia del lugar. Y sin embargo… hay una luz asombrosa que resulta del establecimiento de la Iglesia y de los miembros de la Iglesia que se esfuerzan por hacer y guardar convenios sagrados con el Señor”. El hermano Heiss compartió relatos acerca de los tratos del Señor con Sus hijos en África y de “la poderosa influencia del Evangelio en dar esperanza y sanar vidas”.

Heiss habla acerca de las lecciones de fe sobre la historia de la Iglesia en África. Fotografía por R. Scott Lloyd.

Personas se bautizan y llegan a ser Santos de los Últimos Días en Marromeu, Mozambique, después de haber aprendido de la Iglesia por medio de un aparentemente espontáneo “modelo de preparación”. Fotografía cortesía de la Biblioteca de Historia de la Iglesia.

Santos de los Últimos Días en Mozambique, donde la gente se había enterado de la Iglesia y había estado orando por la llegada de los misioneros. Fotografía cortesía de la Biblioteca de Historia de la Iglesia.

Se centró en el amor de Dios por Sus hijos, manifestado por su preparación para recibir el Evangelio y para vencer las tradiciones del mundo, en particular en lo referente al trato hacia las mujeres.

“Sobre la base de lo que he aprendido acerca de la Iglesia en África antes de la revelación de 1978 sobre el sacerdocio, ciertamente honro a los primeros misioneros a África, así como a los sudafricanos blancos que se han unido a la Iglesia y que han mantenido la luz del Evangelio ardiendo en África”, dijo él. “Muchos de esos buenos miembros de la Iglesia han sido y son ahora los ayos y nodrizas que ayudan a la siguiente generación de conversos africanos a establecer la Iglesia y vivir el Evangelio”, añadió, refiriéndose a 2 Nefi 10:9.

Al centrarse en el primer punto, que él llamó “modelos de preparación”, el hermano Heiss se refirió a las historias publicadas sobre cómo empezó la Iglesia en Ghana y en Nigeria. Él recordó que Joseph William “Billy” Johnson, quien vivía en Ghana, encontró un ejemplar del Libro de Mormón, lo leyó, se convirtió y pasó catorce años predicando el mormonismo lo mejor que pudo y organizando ramas pequeñas. Cuando los misioneros de la Iglesia por fin llegaron a Ghana, él fue la segunda persona en bautizarse.

En la zona rural del este de Nigeria, Anthony Obinna tenía sueños y visiones que lo llevaron a escribir a las Oficinas Generales de la Iglesia y solicitar información años antes de la revelación sobre el sacerdocio. Él también predicó el mormonismo en la medida de su capacidad y organizó congregaciones y, finalmente , recibió a los misioneros de la Iglesia y fue bautizado.

Las experiencias de esos dos hombres encajan en el “modelo de preparación”, dijo el hermano Heiss. “A menudo contamos el gran éxito misional experimentado por los primeros misioneros, de la talla de Wilford Woodruff y Brigham Young en Inglaterra en el siglo XIX. Lo mismo ocurrió en África occidental en 1978–1979”.

Él contó cómo la Iglesia se inició en Mozambique, siguiendo el mismo modelo.

“En 1992, justo después del cese de fuego [en una guerra civil], los líderes de la Iglesia viajaron a Mozambique y descubrieron que había pequeños grupos de personas adorando como Santos de los Últimos Días. En una aldea remota, habían edificado su propio centro de reuniones”.

Todo eso fue el resultado de lo sucedido a Chico Mapenda, quien a los 13 años dejó su ciudad natal de Beira, Mozambique, y se fue a la República Democrática Alemana, donde terminó su educación básica y recibió capacitación técnica como soldador. En 1989, vio un cartel que anunciaba una presentación en video sobre el Libro de Mormón. Cuando asistió a la presentación, fue instruido por los misioneros de la Iglesia y se le dio un ejemplar del libro en portugués. Cuando fue entrevistado acerca de su experiencia, dijo que él estaba confundido al principio, pero finalmente sintió el poder de Dios que le decía que el libro era verdadero.

Ése fue el año en el que cayó el muro de Berlín; en 1990 se bautizó.

De vuelta en su hogar en Mozambique, introdujo a su hermano, Gimo, a la Iglesia. Juntos organizaron congregaciones y comenzaron a servir como ministros viajantes para estos “Santos de los Últimos Días” no bautizados.

En los años que siguieron, la Iglesia organizó un grupo SUD y autorizó los primeros bautismos de conversos, de los cuales Gimo fue uno.

“Hoy en día, después de sólo quince años desde que llegaron los primeros misioneros, hay aproximadamente 7.000 Santos de los Últimos Días en Mozambique”, dijo el hermano Heiss. “El país tiene su propia misión y hace apenas dos meses que se organizó la primera estaca en Mozambique”.

Él comentó: “Tal vez hay una lección en esto para todos nosotros: A veces algunas de las situaciones extrañas y los acontecimientos aparentemente imposibles en nuestra vida resultan ser grandes bendiciones, si tenemos los ojos de la fe para ver”.

El hermano Heiss dijo que un desafío para la Iglesia en África —al igual que en todos los lugares en uno u otro grado— es vencer las tradiciones mundanas que no son compatibles con las normas del Evangelio. En África, dijo, comúnmente el papel asignado a las mujeres en la vida es hacer todo el trabajo arduo y cuidar de la familia, mientras que el hombre no participa en ese tipo de trabajo.

Mostró citas, varias de ellas tomadas de “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, que muestran cómo los aspectos de la doctrina SUD “proporcionan liberación a la mujer y la llevan a ella, a su esposo y a sus hijos fuera del mundo y hacia la luz del Señor”.

Fuente: LDS.org

 

 

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