Lección 11 del Antiguo Testamento: “¿Cómo, pues, haría yo este gran mal?”

Lección 11 del Antiguo Testamento

Al estudiar esta lección de Escuela Dominical comprendamos que el objetivo es comprender cómo hacer que todas las experiencias obren juntamente para su bien y fortalecer nuestra promesa de obedecer las normas del Señor en cuanto a la moralidad sexual.

José es vendido como esclavo por sus hermanos

Jacob contrae matrimonio con Lea y con Raquel, las hijas de Labán, hermano de su madre, y también se casa con las siervas de ellas, Zilpa y Bilha. Las esposas de Jacob le dan doce hijos, que son el origen de las doce tribus de Israel (el Señor le cambió el nombre a Jacob por el de Israel; véase Génesis 32:28). El undécimo hijo de Jacob es José; por ser el hijo mayor de Jacob y Raquel, José recibe la primogenitura cuando Rubén, el hijo mayor de Jacob y Lea, la pierde por ser indigno.

Los hermanos de José tenían mucha envidia de él al grado que lo vendieron como esclavo. ¿De qué manera podemos sentir celos u otros sentimientos por nuestros hermanos que llegamos a hacer cosas incorrectas contra ellos?

José se niega a pecar contra a Dios

Las Escrituras recalcan que, mientras José se encontraba en la cárcel, el Señor estaba con él (Génesis 39:21–23). Esto revela que José siguió teniendo fe en lugar de inquirir o culpar a Dios por haber sido encarcelado como consecuencia de su virtud. De José, ¿qué aprendemos acerca del hacer que las malas experiencias y circunstancias se conviertan en buenas.

El élder Hartman Rector Jr., explicó: “La habilidad de transformar todo para bien parece ser una característica divina, pues nuestro Padre Celestial siempre lo hace. Todo, no obstante cuán lamentablemente sea, llega a ser una victoria para el Señor. José, a pesar de ser esclavo y de que no merecía en absoluto esta suerte, siempre permaneció fiel al Señor, continuó viviendo los mandamientos y sacando algo muy bueno de sus degradantes circunstancias. Las personas de este tipo no pueden ser derrotadas”.

Con la ayuda del Señor, todas las experiencias por las que pasemos y las circunstancias que enfrentemos obrarán juntas para nuestro bien. También recordemos de lo valioso que es permanecer moralmente puros, tanto de pensamiento como de obra. Evaluemos las películas, las revistas y los demás medios de difusión, comunicación y prensa, y a ver, a leer y a escuchar sólo lo que esté de acuerdo con las normas del Señor referentes a la moralidad sexual.

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