¿Cómo las preguntas fortalecieron mi fe en lugar de mis dudas?

Preguntas

He sido miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días toda mi vida. Recibí un testimonio de Jesucristo y Su evangelio antes de que pueda recordar. A medida que más crecía y aprendía, reconocía más luz y verdad. Nunca dudé, hasta que… Surgieron versiones sobre los acontecimientos en la historia de la iglesia: cosas que desconocía sobre los errores y flaquezas de José Smith, hechos históricos que han sido distorsionados, informes escritos que difieren entre sí y la narrativa pública. Mientras más leía, más preguntas me hacía.

No estaba segura que orar fuera de gran ayuda. Tenía temor de recibir ese mismo tipo de respuestas de siempre porque he sido criada en la iglesia. Quería descubrirlo por mí misma. Sin embargo, mientras más preguntas me hacía, a un nivel intelectual, peor me sentía. Las dudas me llevaron a la contención interna y consternación, sin resolución.

Entonces, una amiga SUD me invitó a almorzar un día. Confié en ella y fui capaz de hablarle abiertamente. Ella respondió con amor y empatía. Después de hablar de mis preocupaciones, me preguntó:

“¿Qué sabes?”

“¿Qué de qué?”

“Dime lo que sabes. No lo que te preguntas sino lo que sabes que es verdad.”

Fue entonces cuando el Espíritu golpeó con gran fuerza y ternura. Una poderosa pero apacible certeza. Lo que verdaderamente sabía que no venía de conocimiento intelectual. El hombre no puede encontrar la verdad y luz absoluta simplemente leyendo informes. Sino que vienen por el estudio y meditación sobre la palabra de Dios.

Le respondí a mi amiga. “que Jesucristo es mi Salvador y que Él redimió mis pecados. que tengo Padres Celestiales que me aman. que José Smith tradujo el Libro de Mormón de las planchas de oro y que tenemos un profeta viviente en la actualidad.” La respuesta vino de la profundidad de mi interior, desde antes de venir a la Tierra y existir más allá de esta vida.

Alma, el profeta del Libro de Mormón, nos recuerda que el verdadero conocimiento solo se puede obtener al plantar la semilla de fe, luego nutriéndola hasta que brote y se convierta en un árbol que finalmente dé conocimiento perfecto- un árbol cuyo fruto es “sumamente precioso, y el cual es más dulce que todo lo dulce, y más blanco que todo lo blanco, sí, y más puro que todo lo puro” (Alma 32:42).

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Había estado  sembrando la semilla de la duda, nutriéndola a medida que crecía hasta convertirse en un árbol deforme y torcido de hechos terrenales y confusión. Su fruto no era bueno – sino, bastante agrio al gusto, causando gran pesar en mi corazón, fuerza, mente y alma.

Me encantaría decir que nunca dudé otra vez. Entonces, vino noviembre de 2015 y las noticias sobre los cambios de la norma de la iglesia respecto al matrimonio entre parejas del mismo sexo y sus hijos. Surgieron nuevas preguntas en mí, y no estaba segura de qué hacer con ellas. Dejé que todo reposara por un tiempo hasta que finalmente, decidí dejarlo todo.

Afortunadamente, no mucho después, Sheri Dew salió con un libro titulado ´Worth the Wrestle´ (Vale la pena luchar) donde hablaba del gran problema con el que estaba luchando. Estaba gratamente sorprendida de descubrir que incluso Sheri Dew tenía preguntas.

Ella describe sentimientos parecidos a los míos: “cuando se anunció la norma de que los hijos de padres gais no podrían ser bautizados a la típica edad de ocho años, estuve confundida. No cuestiono a los hermanos ni dudo de su inspiración pero tampoco entiendo la base doctrinal de la norma. Y mi corazón se quebró por los amigos con hijos o nietos en esta situación.”

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Ella continua: “Así que le pedí al Señor que me enseñara. Oré, busqué en las escrituras, estudié las enseñanzas de los profetas y reflexioné esta pregunta en el templo. Así fue por meses. Entonces, un día, un colega hizo una declaración como parte de una presentación que despertó un nuevo pensamiento para mí, y en ese momento, el Espíritu iluminó al menos parte de la doctrina en mi corazón y mente. Considero que la revelación personal que recibí como respuesta no es algo que deba repetir” (Worth the Wrestle [2017], 22–23).

Al principio, me decepcionó que no compartiera la respuesta. Entonces, me di cuenta de que la respuesta de Sheri Dew no sería la misma que la mía. Todos entendemos de diferentes maneras y el Señor responde de acuerdo a ello. “El Señor Dios ilumina el entendimiento; pues él habla a los hombres de acuerdo con el idioma de ellos, para que entiendan.” (2 Nephi 31:3).

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Me ayudó enormemente a darme cuenta de que luchar con preguntas es bueno. Necesariamente no nos aleja de las verdades del evangelio sino que nos ayuda a obtener mayor perspectiva y entendimiento. El proceso puede ser fortalecedor en lugar de debilitante. La hermana Dew lo expresa de manera breve: “cuando tenemos preguntas sin resolver, nuestro desafío no está en lo que creemos que sabemos sino en lo que AÚN no sabemos.” (Worth the Wrestle, 23).

Elder Neal A. Maxwell también proporciona una valiosa perspectiva sobre hacer preguntas: “No debemos asumir…que solo porque algo sea inexplicable para nosotros, es inexplicable.” Not My Will, but Thine (No es mi voluntad, sino tuya) [1988], 124.

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El deseo de preguntar y buscar mayor conocimiento es un atributo divino. Es lo que llevó a un joven a una arboleda para preguntar qué iglesia era la verdadera. A medida que busquemos respuestas, es importante recordar las verdades eternas de las que ya hemos obtenido testimonio.

Estoy segura de que surgirán más preguntas para mí. Igualmente,  cada vez estoy más segura de que si lucho lo suficiente, encontraré las respuestas. Si no es en esta vida, entonces la próxima.

Este artículo fue escrito originalmente por Laurie Campbell y publicado en www.lds.org con el título “How Questioning Strengthened My Faith Instead of My Doubts.”

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