Cómo mi adicción se está volviendo mi arma secreta

Aquí va un acertijo para ti: Soy tan común que soy inconfundible pero tan común que soy fácil de pasar desapercibido. ¿Qué tipo de adicción soy?

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MI ENFERMEDAD DE DISTRACCIÓN Y LA TUYA

Solo ve a la cafetería de tu localidad o al aeropuerto. Viaja en transporte público.

Verás tecnología en todos lados: personas en sus celulares, tabletas, laptops. Estoy utilizando tecnología ahora misma para escribirte. También la usas tú para leer mis palabras.

Pero, eso necesariamente no significa que tengas una adicción, ¿verdad?

Yo sé que la tengo. Te lo contaré todo.

No estoy sugiriendo a todos que abandonen sus dispositivos. De hecho, creo que la tecnología puede ser una manera poderosa de conectarnos con el mundo y esparcir positividad.

A continuación, tenemos una prueba. Tómala si te atreves:        

  1. ¿Cuántas veces estimas que tienes el impulso de revisar cualquiera de tus dispositivos (Smartphone, laptop, tableta, etc.)?
  2. ¿Cuántas horas al día pasas con tus dispositivos combinados?
  3. ¿Utilizas la tecnología para ampliar o limitar tu capacidad de sentir el Espíritu Santo, vivir, amar y servir de formas significativas?

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Quizá estés utilizando tu Smartphone más de lo que piensas. En un estudio realizado en 2015, descubrimos que los jóvenes utilizan sus smartphones cinco horas diariamente, 85 veces por separado. Y, esa no es la parte más interesante: los usuarios piensan que revisan sus celulares casi la mitad del tiempo estimado.

No les puedo decir cuántos días he desperdiciado en Netflix, Hulu, y YouTube.

Si hay otro lugar en donde lo vemos mayormente, es en los niños. ¿Cuántos padres luchan para limitar el tiempo que sus hijos pasan frente a las pantallas solo para encontrar explosiones de comportamiento, protestas, pérdida de tiempo en Internet o la TV, obesidad infantil y otro tipo de comportamientos destructivos?

La peor parte es que no podemos escapar, ¿verdad? Quiero decir, , nos encontramos con al rezagado ocasional que todavía se aferra a un teléfono plegable. Casi nunca, encontraremos al extraño excéntrico que no usa internet en casa.

Hice ambas cosas durante mucho tiempo. El precio que tuve que pagar fue alto. No obstante, valió la pena. Fue como si excavara mis ojos para salvar mi alma.

Deseo que veamos la guerra que se desarrolla justo ante  nuestros ojos. Deseo iniciar un diálogo de apoyo para aquellos que luchan. Entonces, compartiré mi historia.

FORMACIÓN DE LA ADICCIÓN

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Crecí en un barrio residencial de Chicago. Realmente, no me relacionaba con los niños de mi escuela. Era sensible y los brabucones se me acercaban como moscas. Era la única mormona en mis clases y me sentía diferente. Las amistades verdaderas que tuve desde tercer grado (escuela primaria) hasta la escuela secundaria, las puedo contar con un dedo. Durante el último año, mi vida social fue mejor pero aún era una lucha.

La Iglesia fue una historia diferente. Ahí, tenía muchos amigos y sentía que pertenecía  a ese lugar. De diferentes formas era mi gracia salvadora.

Aun así, en el primer año de la escuela secundaria fui diagnosticado con depresión clínica y ansiedad. Esto marcó el reconocimiento de una batalla de 12 años con sentimientos de miedo, soledad y querer desaparecer.

Mi familia no veía televisión. Cuando era una niña, mis padres desconectaron los canales para mi bien. Se dieron cuenta de que tendríamos un hogar más pacífico si mis hermanos y yo no peleábamos por el control remoto y seríamos más inteligentes si hacíamos nuestra tarea y leíamos libros. A veces, veíamos películas. Sin embargo, mientras mis compañeros hablaban de  Power Rangers, X-Files y Friends, yo no tenía idea de qué hablaban. Teníamos una computadora con internet para toda la familia.

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Cuando fui a la universidad en 2004, tuve mi propia laptop y celular. También, tuve amigos de verdad. Algunos de mis amigos tenían colecciones de las temporadas de shows de TV y otros DVDs. De pronto, tuve todo este poder en las puntas de mis dedos y no había ningún padre que supervisara mi uso. Caí en el mundo de Internet, mensajes de texto y TV. Incluso, me descubrí, escapando de clases para ver episodios de Lost o jugar en la computadora.

Sabía que era un problema pero no lo consideraba una adicción.

Después de cumplir 21, serví en una misión de tiempo completo en Arizona, Phoenix. Todo misionero retornado comprende el cambio notable en el uso de la tecnología en la misión. Solo tuve celulares en algunas de mis áreas y no tuve tabletas. Utilizábamos el Internet una hora cada semana. Sorprendentemente, no me tomó mucho tiempo adaptarme. Estaba viviendo en el mundo real otra vez y encontré un gran significado ahí.

Cuando dejé el campo misional también dejé los salvavidas del horario misional. No más compañeras, manual blanco o servicio estructurado y significativo para mantenerme bajo control. Regresé a la universidad y a mi “problema” (adicción).

Recuerdo las señales de advertencia. De hecho, en ese tiempo, el Élder Bednar dio un mensaje, “Las cosas como realmente son” (Things as They Really Are). En ese mensaje habló sobre las trampas de la tecnología. También recuerdo haberlo ignorado.

La niebla se puso sobre mí. Fue un sueño suave, un sueño de entumecimiento, de alivio. ¿De qué trataba de escapar? Ya no lo sabía.

Es decir, no hasta que Dios haya creado una forma de escapar de mi cueva oscura a la luz del día.

ESCAPAR DEL ESCAPE

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A finales de agosto de 2010. Apenas había regresado a la universidad de un campamento de verano, un programa para adolescentes problema. Se suponía que fuera una experiencia significativa de ministración para los oprimidos. Sin embargo, fue aislante y desalentadora. Estuve con un grupo muy pequeño y mis tres semestres de psicología no me ayudaron mucho a ayudarlos. Viví en un rancho infestado de ratones sin wifi. Pasé muchas noches en mi netbook (laptop pequeña) en el estacionamiento de un hotel, viendo shows de TV hasta que se acabara mi batería.

Para el final del verano. Incluso, mi corazón naturalmente introvertido pedía interacción social. Oré fervientemente por una amistad profunda como la que nunca había tenido. Y, ¿sabes algo? La tenía. De hecho, vivía con ella.

Mi adicción se moría. Y, revivió. Era como un monstro goloso, nunca estaba satisfecho.

Creí que estaba bien. Tenía buenos amigos, después de todo. Me iba bien en la universidad. No estaba fallando completamente en la vida.

Sin embargo, mis compañeras de habitación vieron la verdad. Lentamente me sacaron de mi aislamiento autoimpuesto y me ayudaron a verlo como era: felicidad falsa.

La felicidad falsa es adormecedora: es confusa. Es como la dopamina y es barata. Es la falta de sufrimiento pero no es gozo duradero.

Cuando me mudé a mi antiguo departamento. Tomé una decisión: no utilizar más internet en casa. Hice que mis compañeras de habitación prometieran no darme la contraseña del Internet. Solo lo utilizaba en la universidad. Veía solo una película semanalmente y solo con mis amigos. No tenía un Smartphone y no pretendía tener uno. Utilizaba un celular antiguo.

Ese semestre final de la universidad, comencé a ver la realidad otra vez a colores. Noté la luz y la oscuridad de los árboles, las montañas, el pasto. Vi la luz y la oscuridad de las personas que conocía y los cambios sorprendentes en mí. Era hermoso. Realmente comencé a estudiar las escrituras cada mañana. Profundicé mi relación con el Padre Celestial y Él, en cambio, me mostró cuán profunda mi relación podía ser.

Después de graduarme, continué este compromiso. Entonces, la realidad se hizo menos noble para mí. Me mudé a otros dos estados, experimenté dos carreras fallidas, las citas no funcionaron y a veces, me sentía sola. Sin embargo, no me escondí, no podía. Y, afronté esos fracasos. Sentí esas emociones al máximo, forjé relaciones con los demás y crecí.

UN ARMA DE CONSTRUCCIÓN MASIVA

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“Descubrimientos latentes con tal poder, ya sea para la bendición o la destrucción de los seres humanos, que harán que la responsabilidad del hombre para controlarlos sea la más grande que jamás se haya depositado en manos humanas… Esta era está llena de peligros ilimitados, al igual que de posibilidades incalculables.”

(David O. McKay, Conferencia General de octubre 1966).

Tres años después, en setiembre 2004, fui a una sesión de la mañana de la Conferencia General en Virginia. El presidente de Estaca centró su mensaje en el reciente discurso del Élder Bednar “Inundar la tierra como con un diluvio.”

Antes dije que el mensaje del Élder Bednar, “Las cosas como realmente son,” trató sobre las trampas de la tecnología. Existe otro lado de la historia por el que frecuentemente olvidamos que la tecnología puede ser un arma poderosa que usamos para el bien. De hecho, así es exactamente como cumplimos la profecía de los últimos días de inundar la tierra con el Evangelio de Jesucristo.

Como mi presidente de estaca dijo, “siento un fuerte deseo de utilizar una herramienta de tecnología para propósitos justos.” Entonces, escuche que una voz de mi interior me decía “puedes utilizar Internet en casa ahora.”

“¿Escuche bien?” le pregunté a Dios.  Sentí un cálido brillo de claridad y confianza y un cierto peso de responsabilidad, y tuve la impresión de que sí, esto era correcto, y un recordatorio para empuñar esta arma para siempre. Luego recibí instrucciones específicas y límites para configurarlo en mi futuro uso de internet.

Ese mes, tuve la contraseña de Internet de mi departamento y un nuevo Smartphone. No podía creer el poder que estaba en mis manos. Estaba decidida a utilizarlo sabiamente.

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Han sido tres años y medio desde ese día. No puedo decir que siempre utilicé la tecnología sabiamente. A veces, la utilizo como escape; todavía utilizo reproductores de video para distraer mi mente y reviso mi celular frecuentemente, no soy una ciudadana modelo en ese sentido.

Sin embargo, a lo largo del camino, Dios me enseñó una verdad poderosa. Es la misma verdad que la psicología recientemente ha descubierto. El antídoto para la adicción es relación.

Mi adicción solo era un síntoma. También lo fueron mi depresión y ansiedad. Ninguna de esas cosas era el centro de mi dolor. Solo carecía de relación. Relación real.

A medida que formaba relaciones más profundas con amigos, familiares y otras personas significativas, menos probabilidades tenía de utilizar mi Smartphone o computadora. Cuántas más relaciones cara a cara, de carne y hueso tengo, tengo menos ganas de escapar.

Aquí, hay otra. Incluso, una verdad más poderosa que la psicología no conoce: mientras tenga una relación  más cercana con el Padre Celestial, Jesucristo y el Espíritu Santo, se llenan los vacíos de mi corazón. Las personas son falibles, después de todo. Dios no lo es. Él es el antídoto,  la relación más poderosa, Él es mi arma secreta.

También estoy cumpliendo la tarea que se me encomendó para ejercer este poder para el bien. Como saben, trabajo para Mormon Hub, cuyo propósito es inundar la tierra con bondad. Este mismo artículo es un intento de cumplir esa tarea.

¿PUEDES MANEJAR EL PODER?

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Los invito a todos a tomarse un minuto y considerar cómo usan la tecnología hoy. ¿Qué puedes hacer para controlar tu deseo de escapar de la realidad? ¿Es hora de dejar Netflix? ¿Necesitas poner tu celular en modo avión mientras estás en el trabajo o en la iglesia? ¿Necesitas tomar medidas más extremas, como yo lo hice? No tengas miedo de hacer lo que sea necesario para vivir en el mundo real.

¿Sientes el llamado a traer más positividad a internet? ¿Estás en las redes sociales? Únete a los movimientos que la Iglesia y More Good han comenzado a usar hashtags como #ShareGoodness (comparte el bien), #BecauseofHim (Gracias a Él) y #LiveLikeJesus (Vive como Jesús). Comparte tu testimonio, mensajes de conferencias. Hagamos de la tecnología un arma de construcción masiva. Inundemos el mundo con la verdad.

Adaptación del artículo originalmente escrito por Melanie Blakely y publicado en mormonhub.com con el título “How My Addiction is Becoming My Secret Weapon.”

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