Las riquezas no garantizan la felicidad.

mormon-family-funTodos lo hemos oído. Tal vez lo hayamos dicho.  “Si tan solo pudiera ganar un poco más de dinero – entonces yo sería feliz.”  Así que trabajamos fuertemente, sacrificando el tiempo  que pasamos con nuestra familia, rehusando sal ir de vacaciones, todo en un esfuerzo por ser los mejores en nuestro empleo y ganar más dinero. Muy a menudo, lo que hacemos da resultados y obtenemos lo que queremos; a veces no resulta y nos echan a un lado para darle a otro la posición o el aumento en sueldo que nos habíamos prometido a nosotros mismos.  Sin importar el resultado de nuestro sacrificio, la cosa que es una constante es que descubrimos que en realidad, no somos más felices. Generalmente terminamos un poco menos que felices. Pensamos en los días en los cuales estábamos recién casados, los días que no teníamos mucho, pero, ah, éramos felices. ¿Éramos felices porque todo era nuevo? ¿Un nuevo amor, una nueva vida juntos? ¿O éramos felices porque había menos responsabilidades, menos exigencias económicas, y, por lo tanto, menos exigencias sobre nuestro tiempo?  Hoy día, “la afluencia está arriba, pero la felicidad está abajo, como lo indican los índices de divorcio…” dice  Lynn G. Robbins de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (o Mormones) en su charla titulada “El costo de las riquezas” (Ensign, Jun 2003, 24.) Así que tenemos lo que esperábamos – más dinero.

Pero a menudo no tenemos lo que en realidad queremos – más felicidad. Se ha dicho del hombre rico, que sus cosas no le pertenecen, sino que él le pertenece a sus cosas. Mientras más cosas poseemos, más tenemos que trabajar para mantener lo que tenemos. Es un ciclo vicioso que no tiene fin, a menos que le pongamos un alto al asunto. Eíder Robbins dice que “Un antónimo de la avaricia, y tal vez el antídoto a ella, es contentamiento.” Pablo el apóstol aseveró: “… he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (Filipenses 4:11). Sienta satisfacción con lo que tiene, y más, sea agradecido por ello. El contentamiento y la gratitud son esenciales si usted quiere lograr la verdadera=2 0felicidad. Benjamín Franklin dijo: “Los ojos de las demás personas son los ojos que nos arruinan.  Si todos fueran ciegos menos yo, no querría ni las ropas finas, ni las casas finas, ni los muebles finos.” (Cita de Andrew M. Allison and others, The Real Benjamin Franklin (1987), 364.) El sabia que el tiempo es la única cosa que se compra sin gastar dinero, pero que el tiempo es la única cosa que de verdad vale la pena tener en mayor cantidad. El Salvador mismo es el mejor ejemplo de establecer prioridades apropiadamente. Al tener pocas distracciones, Él pudo dedicarse a Su ministerio.  El Señor no espera que adoptemos una vida de pobreza, pero su consejo es bastante claro: “Desecharás las cosas de este mundo y buscarás las de uno mejor” (D&C 25:10) y “la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15). Benjamín Franklin dijo: “Cuando has comprado una cosa fina, debes comprar diez más, para que tu apariencia sea toda de una misma pieza… Es más fácil suprimir el primer deseo que satisfacer todos los que siguen al primero.”  (Esto es cierto hoy en día se evidencia por todo el país con las familias en crisis y los hogares en la balanza. Cuando antes nos satisfacíamos con casas pequeñas y modestas, en la actualidad a menudo buscamos tener grandes y lujosas casas que requieren, no las diez “cosas finas” sino cientos de ellas. Sencillamente no podemos pagar el estilo de vida que nuestra avaricia nos impulsa a buscar. “No os acumuléis tesoros sobre la tierra… sino acumulaos tesoros en los cielos, donde ni la polilla ni el moho corrompen, y donde los ladrones no minan ni roban. (3 Nefi 13:19-20.)

Nuestro mayor tesoro debe ser nuestra familia. Y el tiempo que pasemos con los miembros de la familia, nutriéndolos, forjando recuerdos, es el mejor uso que le podemos dar a este activo tan valioso. Élder Robbins validó esto cuando dijo: “En ‘La familia: una proclamación para el mundo’ aprendemos que ‘la familia es esencial para el plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos’ (Revista Liahona, Nov. 1995, 102.)  < /i>Como la familia es esencial, entonces la labor más importante que hacemos, de acuerdo con el Presidente Harold B. Lee (1899-1973),es “entre las paredes de nuestro hogar” (Reporte de Conferencia, Abr. 1973, 130; o Liahona, Julio 1973, 98.) Tome nota de la palabra “entre”. Los padres ganan su dinero fuera del hogar para vivir, pero invierten tiempo dentro del hogar para hacer una vida.

Estoy segura de que mientras evitemos esas “muestras externas” a la vez que nos esforcemos para estar contentos o satisfechos con lo que tenemos, descubriremos la verdadera felicidad para nosotros y nuestras familias.

Por Ali Cross el 23 de Julio de 2008.  Traducido por Nuria.

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